La teoría de la evolución
Durante
los primeros años de su estancia en Down, Darwin completó la redacción
de sus trabajos sobre temas geológicos y se ocupó también de una nueva
edición de su diario de viaje, que en un principio había aparecido
formando parte de la obra publicada por Fitzroy sobre sus expediciones;
en las notas autobiográficas que redactó en 1876 (reveladoramente
tituladas como Recollections of the Development of my Mind and Character),
Darwin reconoció que «el éxito de este mi primer retoño literario
siempre enardece mi vanidad más que el de cualquier otro de mis libros».
De 1846 a 1854 Darwin estuvo ocupado en la redacción de sus monografías
sobre los cirrípodos, por los que se había interesado durante su
estancia en las costas de Chile al hallar ejemplares de un tipo que
planteaba problemas de clasificación. Esos años de trabajo sirvieron
para convertirlo en un verdadero naturalista según las exigencias de su
época, añadiendo al aprendizaje práctico adquirido durante el viaje la
formación teórica necesaria para abordar el problema de las relaciones
entre la historia natural y la taxonomía. Además, sus estudios sobre los
percebes le reportaron una sólida reputación entre los especialistas,
siendo premiados en noviembre de 1853 por la Royal Society, de la que
Darwin era miembro desde 1839.
A
comienzos de 1856 Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo
desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies. Darwin
emprendió entonces la redacción de una obra que, aun estando concebida a
una escala tres o cuatro veces superior de la que luego había de ser la
del texto efectivamente publicado, representaba, en su opinión, un mero
resumen del material recogido al respecto. Pero, cuando se hallaba
hacia la mitad del trabajo, sus planes se fueron al traste por un suceso
que precipitó los acontecimientos: en el verano de 1858 recibió un
manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una
teoría de la evolución por selección natural, que coincidía exactamente
con sus propios puntos de vista. El texto, remitido desde la isla de
Ternate, en las Molucas, era obra de Alfred Russell Wallace, un
naturalista que desde 1854 se hallaba en el archipiélago malayo y que ya
en 1856 había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de
especies nuevas con el que éste se sintió ampliamente identificado. En
su nuevo trabajo, Wallace hablaba como Darwin, de «lucha por la
existencia», una idea que, curiosamente, también le había venido
inspirada por la lectura de Malthus. Darwin puso a Lyell en antecedentes
del asunto y le comunicó sus vacilaciones acerca de cómo proceder
respecto de la publicación de sus propias teorías, llegando a manifestar
su intención de destruir sus propios escritos antes que aparecer como
un usurpador de los derechos de Wallace a la prioridad. El incidente se
saldó de manera salomónica merced a la intervención de Lyell y del
botánico Joseph Dalton Hooker, futuro director de los Kew Gardens
creados por su padre y uno de los principales defensores de las teorías
evolucionistas de Darwin, con quien le unió una estrecha amistad desde
1843. Siguiendo el consejo de ambos, Darwin resumió su manuscrito, que
fue presentado por Lyell y Hooker ante la Linnean Society el 1 de julio
de 1858, junto con el trabajo de Wallace y con un extracto de una carta
remitida por Darwin el 5 de septiembre de 1857 al botánico
estadounidense Asa Gray, en el que constaba un esbozo de su teoría.
Wallace no puso nunca en cuestión la corrección del procedimiento; más
tarde, en 1887, manifestó su satisfacción por la manera en que todo se
había desarrollado, aduciendo que él no poseía «el amor por el trabajo,
el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual
cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca
a nadie».
Tras
el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones
por lo que a la publicidad de sus ideas se refería y abordó la tarea de
reducir la escala de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto
antes a la imprenta; en «trece meses y diez días de duro trabajo» quedó
por fin redactado el libro On the Origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, del que los primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de noviembre de 1859.
Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la selección
natural facultades hasta entonces reservadas a la divinidad, fueron
causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición,
capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes
había acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por
Darwin de su viaje. En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of Science que
tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel
Wilberforce en calidad de portavoz del partido de Owen ridiculizó con
brillante elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una
contundente réplica por parte de Thomas Henry Huxley, zoólogo, que fue
el principal defensor ante la oposición religiosa de las tesis de
Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog. A la pregunta de
Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su
abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el
testimonio de Lyell: «Estaría en la misma situación que su señoría».
Darwin se mantuvo apartado de la intervención directa en la controversia pública hasta 1871, cuando se publicó su obra The Descent of Man and Selection in Relation to Sex,
donde expuso sus argumentos en favor de la tesis de que el hombre había
aparecido sobre la Tierra por medios exclusivamente naturales.
Tres años antes había aparecido su estudio sobre la variación en
animales y plantas por los efectos de la selección artificial, en el que
trató de formular una teoría sobre el origen de la vida en general
(«pangénesis»), que resultó ser la más pobre de sus aportaciones a la
biología. En 1872, con The Expression of the Emotions in Man and Animals,
obra seminal de lo que luego sería el estudio moderno del
comportamiento, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas
teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas
investigaciones en el campo de la botánica.
A
finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos y falleció
a consecuencia de un ataque al corazón el 19 de abril de 1882.
...............................................................................................................................................................
26 - Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo".
27 - Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
28 - Y los bendijo, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra".
29 - Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento.
30 - Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y así sucedió.
31 - Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día. (Genesís 1:26-31)
.....................................................................................................
19 -
pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios. En
efecto, dice la Escritura: = El que prende a los sabios en su propia
astucia. =
20 - Y también: = El Señor conoce cuán vanos son los pensamientos = de los sabios.
( 1 Cor. 3:19-0 )
|
0 comentarios:
Publicar un comentario