Noviembre 19, 2013 - 3:01am
El ejército patrulla la capital de Libia; milicias tienen 72 horas para retirarse
Una ola de violencia se ha desatado después de que las milicias que quedaron de la revolución dispararan contra una protesta pacífica.
Para entender la situación que se vive en Libia hay que explicar primero algo del contexto.
En 2011, un levantamiento popular y armado terminó en el derrocamiento y la muerte de Muamar Gadafi, tras más de 40 años de estar en el poder, como informó ‘El Mundo’ de España.
Las milicias llegadas de otras ciudades contribuyeron a la liberación de Trípoli en agosto de 2011, pero aprovechando el vacío de poder nunca abandonaron la ciudad.
Las milicias, grupos armados —entre ellos algunos islamistas— que combatieron al régimen de Gadafi, siguen existiendo más de 2 años después de la caída del dictador, cooperando algunas veces con el gobierno provisional, aunque en su gran mayoría significan una amenaza para el débil Estado.
El actual gobierno libio las ha tenido que utilizar para intentar garantizar la seguridad del país, paralelamente a unas pequeñas fuerzas oficiales que aún no están consolidadas, pero las milicias desafían al poder en un país que no tiene todavía ni policía ni ejército profesionales.
El domingo, por ejemplo, el breve secuestro del número 2 de los servicios de inteligencia libios, Mustafa Nuh, puso en evidencia la debilidad del Estado frente a las milicias, formadas en función de afinidades regionales o ideológicas. En octubre pasado lo mismo había ocurrido con el primer ministro, Ali Zeidan.
La nueva ola de violencia
La más reciente ola de violencia sugió en la capital libia desde el pasado viernes 15 de noviembre cuando una milicia de Misrata (200 km al este de Trípoli) apostada en Trípoli disparó con armamento pesado contra manifestantes pacíficos que exigían su retiro de la ciudad.
Como represalia, hombres armados atacaron el cuartel general de la milicia provocando enfrentamientos que dejaron 43 muertos y más de 450 heridos, según el ministro de Salud.
El sábado otros grupos de Misrata llegaron a Trípoli para apoyar a las milicias y provocaron nuevos enfrentamientos.
La violencia retornó el lunes a Benghazi, la ciudad más importante del este de Libia, donde el gobernador militar de la ciudad, el coronel Abdala al Saiti, escapó por poco a un intento de asesinato en el que un soldado murió y otro resultó gravemente herido.
Por ello el ejército oficial fue desplegado este lunes en Trípoli, la capital, junto a decenas de tanques de guerra y armamento pesado.
A las milicias las autoridades les dieron 72 horas para que abandonen la ciudad, que se encuentra prácticamente paralizada.
Los soldados encaramados en los tanques se dirigieron al centro de la ciudad por la carretera cercana el mar, haciendo la "V" de la victoria ante el entusiasmo de transúntes y conductores.El despliegue excepcional del ejército, todavía en fase de formación, fue ordenado por el ministro de Defensa.
Reacciones internacionales
- Los ministros europeos de Relaciones Exteriores expresaron su preocupación por el deterioro de la situación y “condenaron la violencia del 15 de noviembre”, según indicaron tras su reunión mensual en Bruselas.
- La ONG Human Right Watch (HRW) pidió al gobierno libio que "cumpla inmediatamente su promesa de desarmar a las milicias e investigue los hechos". "El gobierno también tiene que explicar por qué la policía y las fuerzas militares no intervinieron para detener la matanza", dijo HRW.
- Para ayudar a las autoridades, el ejército estadounidense anunció el lunes que formará a "entre 5.000 y 8.000 soldados libios" en Bulgaria para que Trípoli cuente con un ejército profesional.
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